martes, 16 de junio de 2015
El TOP 100 DE LOS ARTÍCULOS DE CIENCIA EN 2014 O EL MITO DE LA IRRELEVANCIA (I)
Existe una leyenda urbana que asegura que los oficios de la ciencia y de la comunicación son casi inmiscibles, cuando no irreconciliables. Aseguran que los respectivos profesionales que las ejercen se observan de reojo y se propinan mutuos reproches, lo que condena a una palpable irrelevancia la comunicación científica en el tumultuoso río de la información diaria.
La enorme cantidad de información y documentación que se genera en la interficie entre ciencia y comunicación, sin embargo, parece desmentir esa consecuencia. El flujo de información sobre ciencia que tiene a su disposición cualquier sociedad occidental aumenta cada día de manera sostenida en calidad y cantidad. Crece, eso sí, en los nuevos medios de comunicación y en las redes sociales, y con dificultad en los grandes medios, escritos o audiovisuales. En cualquier caso, es un balance positivo.
El análisis del efecto que ese flujo informativo ejerce sobre la ciudadanía ya no arroja, sin embargo, un saldo tan optimista. Tal vez porque transmitir conocimiento no es lo mismo que comunicar conocimiento y esto último parece convertirse en una tarea ímproba cuando lo que se comunica poco tiene que ver con la ciencia que se desarrolla día a día en universidades y centros de investigación.
No hay más que consultar el “top 100” de los artículos de ciencia más difundidos por los medios durante 2014 para comprobar que la ciencia disfruta de los mismos tópicos en su comunicación que cualquier otra actividad (http://www.altmetric.com/blog/altmetric-top-100-2014/).
Es decir, que lo que parece interesar al público es lo más sorprendente, lo más sencillo de comprender, lo más relacionado con la propia condición humana, que es tanto como decir con las emociones. Y puesto que la ciencia no suele ser sencilla y deja pocos resquicios emocionales, se aleja de las grandes avenidas del interés público.
En la medida en que los responsables de los medios de comunicación se erigen en reinterpretadores de las noticias científicas con el bienintencionado fin de darles visibilidad, la ciencia permanecerá en el cajón de las noticias livianas, prescindibles, puede que curiosas, pero no relevantes.
Resulta paradójico, pero en pleno siglo xxi la ciencia impregna nuestra cotidianidad a través de innumerables conceptos y aplicaciones, pero está prácticamente ausente, cuando no proscrita, de nuestro conocimiento.
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