viernes, 8 de abril de 2016

POR QUÉ «ORGANIZACIONES CIENTÍFICAS Y POLÍTICA»



Las organizaciones científicas suelen fácilmente acomodarse en el papel de beneficiarias de la inversión en ciencia de las administraciones públicas, convencidas de que su papel y vocación es convertir tales activos en ciencia. Ciencia que, tratada adecuadamente, aportará bienestar social directa o indirectamente.

Pero la ciencia no es una tarea minoritaria, experta o selectiva. Es una aventura global en la que los ciudadanos se ven involucrados de grado o por fuerza, como sujetos pasivos  y financiadores en tanto que contribuyentes, o como ciudadanos participativos y críticos.

El adecuado desarrollo de la ciencia en el entramado social requiere de un planteamiento global, con implicaciones en todos los estamentos sociales. Requiere de un guión que proporcione coherencia a las iniciativas del presente, desde los objetivos alcanzados en el pasado hasta los proyectos de futuro, al igual que lo requieren las infraestructuras viarias o la sanidad. Ese «guión» son las políticas científicas, cuya eficiente elaboración requiere la implicación proactiva del conjunto social, especialmente de aquellas interfaces entre ciencia y ciudadanía. Y eso es lo que son (o deberían llegar a ser), precisamente, las organizaciones científicas. No solo han de producir ciencia, que también, sino producirla como resultado de las políticas científicas que deben colaborar (muy activamente) a generar.

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