martes, 27 de marzo de 2012

CONOCIMIENTO ES COMPLEJIDAD

Más allá de las definiciones al uso, la complejidad es una propiedad característica de la realidad que habitamos, fácilmente identificable. Desde el Big Bang hasta hoy, los componentes del universo han seguido un proceso de agregación e interrelación con el resultado de que han ido surgiendo estructuras cada vez más definidas, de mayor tamaño, con propiedades inéditas y con mayor capacidad de agregación: de las partículas elementales a las moléculas, de los astros a las galaxias, de los microorganismos a los mamíferos, de las colonias a las sociedades.

Aunque los humanos somos grandes beneficiarios de la complejidad, nos mostramos intelectualmente reticentes a su aceptación. Seguimos acumulando información en una estrategia más apropiada para resistir que para progresar: ni la facilidad que nos proporciona la Red nos ha librado de esa inclinación. Mantenemos nuestras vivencias en compartimentos estancos, perfectamente diseñados y “apilados” en un orden de algún modo mnemotécnico, es decir, que lo memorizamos (y que nos angustia olvidar). Nos negamos a dejar fluir la información y mucho más a fluir nosotros mismos a través de la información. Es hora de que nos deshagamos de la metáfora de las piezas de "lego": resultan un buen sisitema de aprendizaje y uno de nuestros iconos culturales, pero son un pésimo relato de la realidad. De esa realidad compleja del enunciado.

Para transformar en conocimiento la información que adquirimos o generamos, debemos procesarla con todos sus componentes y significados, lo que equivaldría como mínimo, a elevar las piezas de lego a la categoría de contenedores, apilables, sí, pero conteniendo a su vez una estructura ordenada y puesta en valor. Los contenedores no son ni iguales ni intercambiables: tienen el valor de lo que contienen y las agregaciones que genera su acumulación no poseen un orden predecible: cambia continuamente al incorporarse nuevas elementos (contenedores en este caso). Por esa razón, su ordenación encierra un valor frecuentemente superior a la suma de los valores de las partes. Este conjunto de elementos, una metáfora de la complejidad, es a la vez una de las más acertadas descripciones del conocimiento. Porque en nuestra mente, complejidad y conocimiento se equiparan y comparten funcionalidad en el empeño de elaborar un model de la realidad que nos envuelve. Conocimiento es, por tanto, complejidad. Y viceversa.

lunes, 12 de marzo de 2012

CIENCIA ES CONOCIMIENTO

En la literatura actualmente disponible, los actores de la sociedad del conocimiento parecen designados con un cierto apriorismo. Gobiernos, instituciones públicas dedicadas a la investigación y la innovación, parecen dar por sentado que son ellos los jugadores de este campeonato. Sin embargo, esta visión resulta parcial y especialmente sesgada si se tiene en cuenta que ninguno de los actores citados ha conseguido convertirse en un modelo fidedigno de la sociedad que los ampara, no poseen información sobre el tejido social que subyace en la ciencia (un factor que se tiende a olvidar cuando no a menospreciar) ni poseen mecanismos para explicitar el valor social de la ciencia y crear el entorno adecuado para su desarrollo (las empresas requieren una consideración aparte).

Hay que insistir en que la ciencia no es el único pero sí el principal generador de conocimiento y son las organizaciones que surgen alrededor del desarrollo de la ciencia las que deberían exhibir una sensibilidad especial para con la sociedad, una sensibilidad capaz de aflorar primero y transferir después el modelo, aun inédito, sobre el que realmente se desarrollará la “sociedad del conocimiento”.

Los actores sociales de la ciencia son, por definición y mérito propio, las entidades, fundaciones, institutos, centros y grupos de investigación y de forma especial las organizaciones como las asociaciones y sociedades científicas (“de científicos”, deberíamos denominarlas con más propiedad).

Desde esa perspectiva, convertir las sociedades en nodos de la red por la que fluye la materia cognitiva, en atractores de talento y en gestores (y no meros representantes) del conocimiento que producen sus miembros componentes, pero también del conocimiento que genera la dinámica de la organización, ha de ser uno de los factores específicos y diferenciales entre la sociedad industrial y la sociedad del conocimiento.